Efectos opuestos: La mefedrona es un estimulante que acelera el sistema nervioso, mientras que el alcohol es un depresor. Estas sustancias tienen efectos opuestos que pueden confundir al cuerpo, aumentando el riesgo de problemas como deshidratación, aumento de la presión arterial y una sobrecarga para el sistema cardiovascular.
Mayor deshidratación: Tanto la mefedrona como el alcohol causan deshidratación y aumentan la temperatura corporal. En combinación, este efecto se potencia, lo que puede llevar a un golpe de calor o daño renal.
Más consumo del esperado: El alcohol puede reducir la percepción de los efectos de la mefedrona, lo que lleva a consumir más cantidad de ambas sustancias, aumentando la toxicidad y el riesgo de sobredosis.
Efectos impredecibles: Las mezclas de estimulantes y depresores pueden ocasionar latidos cardíacos irregulares, ansiedad extrema, vómitos o incluso pérdida de conocimiento.