Mientras que el alcohol es un depresor, el Red Bull actúa como un estimulante, enmascarando la percepción de embriaguez y aumentando la probabilidad de consumo excesivo, comportamientos de riesgo y problemas cardiovasculares.
Efectos cruzados: La cafeína en el Red Bull puede enmascarar los efectos sedantes del alcohol, haciendo que las personas no perciban su grado de embriaguez, lo que aumenta el riesgo de consumir alcohol en exceso.
Percepción alterada de la embriaguez: El Red Bull contrarresta temporalmente los efectos sedantes del alcohol, haciendo que las personas se sientan más sobrias de lo que realmente están. Esto puede llevar a beber más de lo debido, aumentando el riesgo de intoxicación alcohólica.
Estrés cardiovascular: Tanto la cafeína como el alcohol pueden elevar la frecuencia cardíaca y la presión arterial. En combinación, pueden causar arritmias, hipertensión o, en casos extremos, colapso cardiovascular.
Deshidratación: El alcohol es un diurético que aumenta la eliminación de líquidos, mientras que el Red Bull, por su contenido de cafeína, puede intensificar este efecto, aumentando el riesgo de deshidratación.
Riesgo de comportamientos de riesgo: La combinación puede fomentar comportamientos impulsivos y riesgosos debido a la percepción alterada de alerta y control, mientras el alcohol afecta negativamente el juicio.
Sobrecarga hepática y renal: El metabolismo del alcohol y de los componentes del Red Bull puede sobrecargar el hígado y los riñones, especialmente si se consumen en grandes cantidades.