Efectos opuestos sobre el sistema cardiovascular: ketamina estimula el sistema nervioso simpático, causando taquicardia e hipertensión arterial.
El atenolol, como betabloqueante, intenta contrarrestar estos efectos al disminuir la frecuencia cardíaca y limitar la respuesta simpática. Esto puede generar respuestas cardiovasculares impredecibles:
Hipertensión persistente: Aunque el atenolol reduce la frecuencia cardíaca, podría no contrarrestar completamente el efecto hipertensivo de la ketamina. Bradicardia paradójica: En algunos casos, el atenolol podría inducir una disminución excesiva de la frecuencia cardíaca en respuesta a la ketamina.
Riesgo de aumento de la presión intracraneal: La ketamina puede aumentar la presión intracraneal, especialmente en personas con predisposición, lo que podría ser agravado si el atenolol afecta negativamente la perfusión cerebral.
Efectos sobre la función respiratoria: La ketamina tiene un bajo riesgo de depresión respiratoria, pero en combinación con medicamentos que alteran la función autónoma, como el atenolol, podrían surgir complicaciones.
Alteraciones emocionales y cognitivas: Aunque el atenolol podría limitar algunos efectos físicos como palpitaciones o temblores, no mitigará los efectos psicológicos de la ketamina, como la disociación o los episodios de ansiedad. Esto podría generar confusión o estrés adicional.