Se conoce comúnmente como «candy flipping» debido a la intensificación de efectos psicológicos y físicos.
Efectos cruzados: La combinación puede intensificar los efectos positivos, como la euforia y la introspección, pero también amplificar los efectos negativos, como ansiedad, paranoia o descontrol emocional.
Riesgo psicológico: El LSD puede inducir ansiedad o paranoia en algunos usuarios, especialmente en dosis altas. El MDMA, que intensifica las emociones, puede amplificar estas sensaciones si la experiencia psicodélica se vuelve abrumadora. La mezcla puede ser emocionalmente agotadora debido a la intensidad de las experiencias combinadas.
Impacto físico: El MDMA puede causar deshidratación, tensión muscular, aumento de la temperatura corporal e hiperactividad. Aunque el LSD no tiene un impacto físico significativo, puede aumentar la percepción de las molestias físicas causadas por el MDMA.
Riesgo de descontrol sensorial: Ambas sustancias alteran las percepciones sensoriales. Combinarlas puede resultar en una sobrecarga sensorial que puede ser placentera para algunos, pero abrumadora o desorientadora para otros.
Duración y sincronización de efectos: El LSD tiene una duración más larga (8-12 horas) que el MDMA (4-6 horas). Esto puede llevar a una sensación de agotamiento o desequilibrio cuando los efectos del MDMA se desvanecen, mientras que el LSD continúa activo.
Entorno y estado mental («Set & Setting«): El entorno y el estado mental son cruciales al combinar estas sustancias. Un lugar seguro y cómodo, así como el acompañamiento de personas de confianza, son esenciales para minimizar riesgos.