Potenciación de efectos cardiovasculares: Ambas sustancias aumentan los niveles de norepinefrina, lo que puede provocar una sobreestimulación del sistema cardiovascular. Esto puede resultar en hipertensión severa, arritmias cardíacas y un mayor riesgo de infarto de miocardio o accidente cerebrovascular.
Crisis hipertensiva: Al inhibir la MAO-A, las betacarbolinas pueden aumentar la sensibilidad a sustancias que elevan la presión arterial, como la cocaína. Esto puede desencadenar una crisis hipertensiva, un estado potencialmente mortal caracterizado por una presión arterial peligrosamente alta.
Riesgo de síndrome serotoninérgico: Aunque el síndrome serotoninérgico es menos común con la cocaína, la combinación con betacarbolinas, que aumentan los niveles de serotonina, podría provocar esta condición. Los síntomas incluyen hipertermia, confusión, convulsiones, rigidez muscular y, en casos graves, fallo multiorgánico.
Mayor riesgo de convulsiones: Tanto las betacarbolinas como la cocaína pueden reducir el umbral de convulsiones. Su combinación podría aumentar significativamente el riesgo de episodios convulsivos.
Excitación extrema del sistema nervioso central: Ambas sustancias tienen efectos estimulantes, lo que puede causar ansiedad extrema, paranoia, agitación e incluso episodios de psicosis.